La alimentación durante la menopausia

08 Feb 2023 no comments Raquelgar Categories Salud

La menopausia se define como el cese de la ovulación y de la menstruación. La edad normal del comienzo de la menopausia oscila entre los 45 y los 55 años, aunque es probable que unos años antes ya se empiecen a manifestar algunos síntomas debido a la bajada en el nivel de estrógenos y de progesterona.

Los síntomas más comunes durante la menopausia son: sofocos, insomnio, nerviosismo, ansiedad, depresión, sequedad vaginal, sequedad ocular, picores, osteoporosis, estreñimiento, aumento del colesterol, obesidad.

Una alimentación equilibrada y saludable puede prevenir y paliar todos estos síntomas, por eso es tan importante alimentarse de forma correcta antes y durante esta etapa.

El motivo por el cual las mujeres tienen tendencia a incrementar su peso a partir de la menopausia es porque hay un cambio en la distribución de la grasa, parte del tejido muscular pasa a ser tejido adiposo. La vida sedentaria acelera este proceso. Así que también es fundamental mantenerse activa y realizar ejercicio físico.

La práctica regular de una actividad física en una mujer menopáusica puede resultar muy beneficiosa, ya que favorece el sistema circulatorio y el sistema músculo esquelético. El ejercicio mantiene la elasticidad de los músculos, mejora la coordinación y movilidad, contribuye a la quema de calorías y mantenimiento del peso, mejora la hipertensión y los niveles de colesterol y tiene efectos psicológicos beneficiosos.

Además, el ejercicio físico es imprescindible para mantener la osteoporosis a raya. La pérdida de masa ósea se ve intensificada por la bajada de la acción protectora que las hormonas femeninas ejercen sobre ellos. Esta disminución de la masa ósea también conlleva un mayor riesgo de fracturas.

Durante este período sería bueno evitar alimentos como el azúcar refinado, las bebidas con gas, las harinas refinadas, el café, el té (excepto el que no contiene teína o el kukitcha) y el alcohol. Además de reducir la sal, la carne y los lácteos ya que favorecen la síntesis de prostaglandinas inflamatorias.    Evitar abusar de las solanáceas (tomate, berenjena, patata y pimientos) pues desmineralizan los huesos y son proinflamatorias.

Por lo tanto, la alimentación durante esta etapa debe ser rica en:

– Ácidos grasos esenciales: Semillas, frutos secos, aceites vegetales sin refinar, pescado azul.

– Carbohidratos de absorción lenta: arroz integral, legumbres, quinoa, mijo, trigo sarraceno.

– Fibra: frutos secos, semillas, verduras, frutas, cereales integrales y legumbres.

– Minerales: verduras, frutas, pescado, caldos vegetales y de huesos o espinas, semillas, algas.

También es muy importante mantenerse bien hidratada con agua, infusiones y caldos.

A más de cuidar la alimentación otras cosas que podemos hacer para reducir los síntomas son:

– Sofocos: las plantas medicinales en este caso van bien, la Angelica sinensis o Dong Quai son un ejemplo.

– Sudoración nocturna: la salvia es una planta que nos ayuda a reducir la sudoración nocturna.

– Ansiedad e insomnio: es esencial asegurar el aporte correcto de triptófano (semillas de sésamo) y magnesio (hojas verdes).

– Sequedad vaginal: el aceite de Pompeya es uno de los mejores para lubricar la zona. La Angelica sinensis también ayuda a paliar este efecto.

– Osteoporosis: tomar cada día una cucharada sopera de sésamo para asegurar el aporte de calcio. Y 20 minutos de sol para sintetizar vitamina D.